Itzel y yo estamos construyendo una cartografía de la visibilidad de dolores y malestares subcutáneos de la ciudad de Guadalajara. Ya habíamos notado que las fichas de desaparecidos muchas veces incluían a San Judas Tadeo, y no es gratuito porque a este santo se le reconoce como el patrón de las causas perdidas. Caí en la cuenta de que era día 28 de mes y nos lanzamos a su parroquia en Lomas de la Normal.
A diferencia de Ciudad de México donde San Juditas es barrio, su parroquia en Guadalajara se ubica en una colonia de clase media. Al caminar entre puestos de tianguis vimos fichas de desaparecidos con la imagen de San Judas colocadas en postes de semáforos y viejas casetas telefónicas. Nos llamó la atención que no tuvieran el nombre de algún colectivo de familiares desaparecidos. Lo único en común es la imagen del santo que hoy parece ser el patrono de los desaparecidos al cual se le dedicaba el siguiente mensaje: “Tu que eres el santo de las causas difíciles cuida de mi hijo y te pido su pronto regreso”.
Llegamos al templo y nos sorprendió encontrar una escena muy contrastante a lo que buscábamos. El templo estaba de fiesta. Alguien había ofrecido una serenata con un enorme mariachi de más de 20 integrantes que entonaban la canción de Roberto Carlos que se le cantó al Papa Juan Pablo II cuando visitó México por primera vez: tú eres mi hermano del alma realmente mi amigo.
El interior el templo lucía tapizado de arreglos florales, todos uniformes, diseñados por la misma florería con un listón que decía: Gracias por seguirnos cuidando. Esta frase se repetía decenas de veces. E incluso había una escultura floral de San Judas que también daba las gracias.
Un detalle de observación es que tanto en las fichas como en las esculturas la representación era de San Juditas, porque el báculo estaba en la mano opuesta a la del San Judas de la parroquia.
¿Quién agradecía? No había firma, ni presencia de quien pagaba por el favor recibido. Al interior del templo no vimos ninguna ficha o exvoto de familiares de desaparecidos. Salimos y pensamos cómo en sitios como éste se puede cruzar la contradicción de la fe entre quienes se acercan para pedir por su dolor, y quienes agradecen por su protección.