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Pasaba por ahí

La Paz, México

Mi radar de altares y capillas en carretera captó un altar denso. Sin saber de qué se trataba le pedí a Diego que de regreso parara ahí para ver ese altar en el kilómetro 173 de la carretera a La Paz. Así lo hizo y cual fue mi sorpresa descubrir una capilla a una animita considerada santa por los locales. Se trata de la niña vidente del Triunfo, un pueblo minero hoy pueblo fantasma. Se llama Winter Irinea. Estando ahí llegó un auto con dos señoras y un joven, no se querían bajar por mi presencia. Me acerqué a preguntar y una de ellas me puso un audio de un programa de lo sobrenatural que narra la historia de cómo la niña mala se convirtió en una santa popular muy milagrosa. La gente le lleva juguetes y le pide protección para los niños…. pero si te ríes de ella te caerá la maldición. Va una probadita:

La “niña vidente de El Triunfo“, donde lo “paranormal” jugó un papel fundamental para la época, simplemente ubicarnos en aquellos años ya lo hace atractivo para todo aquel que lo escucha y más aun donde la protagonista principal es una niña que nació con un don incomprendido, que era el de la clarividencia (capacidad de percibir y describir sucesos) muchas personas lo atribuyeron a cosas relacionadas con el diablo y la herejía, sin saber plenamente que la niña había sido bendecida con ese don que marcaría un antes y un después entre los pobladores de El Triunfo.


Día de Muertos 2024
Pasaba por ahí
Día de Muertos 2024
1 de noviembre. Ayer presenté el video documental de “Altares de muerto: patrimonio cambiante de una tradición mexicana” como parte
Japón, 2024
Pasaba por ahí
Japón, 2024
28 de septiembre. Cumplí mi sueño de visitar Japón. Empezamos el viaje por el barrio de Asakusa. No me
La catedral como símbolo de la contención conservadora
Pasaba por ahí
La catedral como símbolo de la contención conservadora
En las marchas disidentes con causas diversas se convierte en el blanco de la fotografía.
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Río de Janeiro, 2022

12 de agosto. En Río se encuentran altares en lugares que insospechados: una cantina, un restaurant: la laptop o en una majestuosa librería.


12 de agosto. Así se ve el clima preelectoral en Río de Janeiro.


13 de agosto. Río pisa forte.


14 de agosto. Esto y más es Río, apenas me estoy despidiendo y ya siento saudades… y claro, Lupita manifestó como acostumbra, donde menos me lo imagine: debajo de un tráiler mirando al mar.

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Una vida enfrascada en un altar, Suiza

Cada cual tiene sus obsesiones. Una de las mías es descubrir altares en casas, calles, negocios, parques, carreteras o en automóviles. Hay estilos muy fáciles de reconocer y otros que por innovadores rompen con nuestros identificadores.

Ayer, mientras iba caminando rumbo a la universidad en Fribourg llamó mi atención una ventana exterior. Había decenas de frascos apilados. Mis antenitas de vinil se encendieron y me detuve a ver de qué se trataba. Intrigada pensé que podía ser una vitrina de una extraña tienda de tiliches, o una alacena pública de una despensa, o un extraño laboratorio con muestras de trozos de materialidades de una vida. Yo decidí caprichosamente que podía considerarlo como un altar.

Cada frasco contiene un objeto. Un papel con un mensaje. Una carta hecha pedazos. Un boleto de cine. Wendy la de Peter Pan. Una foto de juventud. La foto de una niña feliz. El separador de un libro. Una nota de supermercado. Una hoja escrita en el cuaderno escolar. Un sobre con estampilla. Una flor seca. Un anuncio de tatoo. Una lolly pop con envoltura. Piedras. Fósiles. La tarjeta de regalo. El empaque de un condón. Una moneda…

Cada uno de ellos fue seleccionado porque testimonia algo: una foto instantánea del pasado. Cada uno fue colocado en un frasco vacío y transparente. Cada frasco fue puesto en el marco de una ventana que da a la banqueta. Juntos conforman un montaje para preservar cada cosita. Pero creo que el acto de colocarlo en una ventana exterior nos habla de un acto destinado a compartir y exhibir con gente desconocida (como yo) que quizá jamás conocerá (aunque me encantaría, solo pasé por ahí), pero que si se detiene a observarlo conocerá detalles afectivos de una vida anónima y quizá se sentirá afectado sentimentalmente por algunos de los objetos. Este altar me parece escenificar una vida enfrascada como las mermeladas para conservar.

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La resurrección de las cruces, CDMX

Hoy desayuné con Hugo José Suarez y charlamos y nos pusimos al día en nuestras vidas covidianas y hablamos de nuestros proyectos actuales.

Entre muchas confidencias, le conté del trabajo que estoy haciendo sobre la agencia de los objetos que presiden los altares domésticos y de cómo es un reto porque cada uno me lleva a explorar lógicas donde operan fuerzas sobrenaturales que yo desconocía. Él me indicó que justo en frente, en un pequeño jardín público en Coyoacán en la calle Pino, hay un montaje que pareciera altar. Lo singular es que no hay imagen central de la Virgen o de algún santo. Hugo opina que en la zona abundan capillas a la Virgen y que este le parece raro.

Antes de despedirnos nos dirigimos al altar. Es un montaje en un tronco de un árbol viejo con distintas cruces. Se ve cuidado con un arco de hojas verdes (como el que se acostumbra en altares de muertos en la Huasteca) y una veladora al frente.

Hugo y yo jugamos a especular para descifrar su origen. Entre nuestras explicaciones es que posiblemente ahí murió alguien, aunque no hay nombre, foto, ni fecha que indique el deceso. Nos llama la atención ver más cruces, todas diferentes. Imaginamos que los vecinos las han ido colocando, pero ignoramos su historia.

El altar a las cruces luce cuidado con esmero por alguien. Queremos imaginarnos a unas vecinas, aunque sabemos que es una zona residencial. Todavía comentamos el hecho de que nadie lo altere o robe las cruces, ni siquiera que tomen un cenicero de mármol.

A un lado, sobre la acera se encuentran unos barrenderos pepenando la basura. Decido preguntarle si sabe algo sobre el origen de las cruces. Sin dudar me responde que todo comenzó con la cruz de madera que era de un difunto, y yo pregunto “¿y las demás cruces?” y él contesta “yo las fui poniendo. Todo lo que está ahí lo saqué de la basura. Son cruces que la gente tira y yo las rescato y las coloco para que tengan un lugar. En mi casa tengo otras diez que he encontrado”.

Me emociono con la historia. Lo felicito. Le pido permiso para tomarle una foto como el creador que es de una obra pública. Acepta. Se levanta y posa orgulloso. “¿Cuál es su nombre?” Más orgulloso aún responde “José García”.

Hugo y yo nos emocionamos, y coincidimos que estos encuentros vagabundos son los que valen la pena. A veces pensamos que tirar a la basura algo define el fin de la vida sacra o útil de un objeto, y nunca imaginamos que existen ángeles rescatistas que pepenan y resucitan las cruces que algún día fueron o pudieron ser objetos devocionales. Para don José son objetos de devoción por eso los rescata de la basura y los regresa a su vida sacra al colocarlos en un tronco a manera de altar.

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Santa Margarita, Zapopan

Hoy tocó rodar por Santa Margarita, un barrio duro que ha sido avecinado por los cotos más exclusivos de Zapopan. Lo que inicialmente fue un ejido, luego fue un fraccionamiento de las periferias y hoy tiende a ser un centro popular conectado con los nuevos polos de desarrollo residencial de la ciudad.

Santa Mago se le llama con cariño. Su principal avenida ya es un corredor comercial, pero ello no impide que se monte un tianguis de comida y chácharas usadas en las calles aledañas. Abundan puestos de tacos en cada esquina. Hay muchas carnicerías y es como un centro de compra al mayoreo de tripas, labios y buches para surtir menuderías y taquerías de cabeza. Algunos puestos son de inventiva culinaria como los dogos-pizzas con queso y peperoni. El olor a carne es fuerte. No me gusta, me revuelve el estomago.

Al lado está La Arboleda con una cancha de Basket al lado del muro de una escuela primaria. Llegué ahí porque a lo lejos ví un llamativo mural a la Morenita. Es la puerta a un andador que tuvo un extraordinario diseño con jardineras públicas, pero los vecinos quizá tuvieron miedo a lo vagos y decidieron enrejarlas y luego pues fue fácil invadirlas y bardearlas para usarlas como jardines privados de las casas del vecindario. No se ve que la autoridad municipal intervenga. La traza urbana del andador es ocupada por puestos callejeros de tacos y tortas ahogadas que montan un techo e invaden el paso con mesas y sillas. Al lado izquierdo hay varias pequeñas capillitas dedicadas a la virgen y a los santos como resguardo de los vecinos y junto a una banca veo una crucecita que nos recuerda que alguien murió ahí y que hay alguien que lo recitando y sigue poniéndole sus flores. Aquí el olor a mota es constante, de una banca a otra, de las banquetas a la calle. No tiene lapsos, es una horneada continua. Con este paisaje olfativo que se me mete por las fosas nasales hasta la sien, escucho a tres hombres conversar sobre el daño de las drogas. Uno le advierte a otro que se le va a apagar el cerebro. Que así funciona eso. Él le responde “mira tu creerás lo que tu crees y está bien, yo te respeto. Yo creo diferente a ti así que déjame en paz”.

Lo que más me llamó la atencion fue de regreso en la calle Laureles, hoy Juan Pablo II, descubrir un mural en la barda de un taller de laminado dedicado a Cristo. Hay dos representaciones: en la cruz desnudo y otra resucitado vestido de blanco que parece estar invitando con su mano a seguirlo. Paro la bici. Me acerco a tomar la foto y leo que alguien reescribió sobre el mural: “Viva Cristo Rey” . Pongo mas atención y sobre el trapo que le cubre su desnudez dice: “Este güey no merecía esto por esa bola de mugrosos de hoy en día”. No se si leerlo como explicación al mismo mural o a la violencia que se vive en la zona. Mejor sigo pedaleando sin parar.


Día de Muertos 2024
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Altar trailero, Etzatlán

Este altar al trailero lo encontramos en la carretera a Etzatlán. Llamó nuestra atención porque es una tradicional instalación de cenotafio en el lugar donde ocurrió un accidente, a la vez que una intervención estética muy novedosa pues coloca como reliquias las partes del tráiler en que se mató este joven chofer. DEP.

Ya no hay simbología católica, sino las piezas de su tráiler, todavía relucientes. Me hace reflexionar que son estas marcas, resultadas de las intervenciones amorosas de quienes se encargan de recoger los pedazos para armar materialmente el recuerdo, las que impiden el anonimato de los no lugares, de la velocidad y de desplazamiento…

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Viernes de dolores

Ayer se celebró el Viernes de Dolores. El centro de Guadalajara recuperando sus tradiciones: procesión del dolor, altar fe Dolores y agua de chía que representa las lágrimas de la Virgen. Fue muy emotivo.

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Virgen en las rocas, camino a Chimulco

Ignoro qué sucedió ahí donde se colocó la aparición de la Virgen de Guadalupe y Juan Diego arrodillado. También está la virgen de Zapopan y hay dos cruces marcadas en las rocas. Este santuario de carretera se encuentra cerca de Chimulco. ¿Alguien sabe algo de historia?

Quizá sea este accidente de 2017: “Saldo de dos personas fallecidas y dos más, arroja un fuerte choque frontal registrado la mañana de este miércoles en el municipio de Villa Corona.

El percance se registró en el kilómetro 2 de la carretera a Villa Corona-Atotonilco, donde una camioneta pick up en color blanco, se impactó de frente contra un taxi del Sitio 2 del municipio de Villa Corona.

Los dos fallecidos son el conductor y copiloto del carro de alquiler, mientras que los dos lesionados viajaban a bordo de la camioneta y quienes fueron trasladados a un hospital”. (Por José Luis Escamilla).

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Detrás de un altar siempre hay una gran historia

Lo vi en la barra de un restaurant o más bien un food truck de mariscos en Ajijic. Lo percibí como altar a la abundancia y lo quise capturar en foto. El mesero se intrigó por mi interés. De ahí surgió la pregunta:

—¿Es un altar?

Sí.

—¿Tú lo montaste?

Se fue haciendo con los objetos que fueron regalando los clientes. Primero regalaron a Buda. Luego otro trajo los caracoles. Yo fui a Cholula y traje la pirámide… y así se ha ido armando. Y luego los comensales le van dejando veladoras y moneditas.

—¿Y el vaso de vodka es porque le gusta a Buda?

No, jaja, ese es mío.

—A mí me encantan los altares y siempre los fotografío.

¡Uy! A mí me gustan mucho los altares, en casa tengo uno al solecito y a la luna, estoy en un círculo de danza y además organizo tomas sagradas de peyote con un Marakame ¿quieres venir? Hoy llega de San Miguel y se queda 15 días en mi casa. Te invito…

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Santuario a la Niña Blanca

El santuario a la Niña Blanca en Pátzcuaro, Michoacán. El esplendor del kitsch estético —¿neobarroco?— que hace de la asimilación una inclusión ampliada: todo cabe en una misma devoción: la santa vestida de indígena, su inscripción en la celebración de día de muertos, San Pascual Bailón, el Ángel Encarnado, Yemayá, hasta la creación de la Capilla Sixtina.