No todo es fiesta el día de Muertos. Frente al Semefo (Servicio Médico Forense) de Jalisco los familiares de sus desaparecidos montaron un altar de muertos, no como ofrenda, ni como escenario de selfies, sino para visibilizar la voluntad de invisibilizar cuerpos y exigir su búsqueda. Cuerpos de cientos de personas, en su mayoría jóvenes, que han desaparecido sin dejar rastro. Algunos quizás estén vivos, pocos tienen la suerte de ser encontrados, vivos o muertos. La mayoría ha dejado su tumba vacía y las almas de sus familiares rotas, pero no vencidas. Pues como escribieron en un cartel: “una persona desaparecida dolerá hasta el último día de la última persona que alguna vez la amó”.
La tradición de altares de muertos cobra una vigencia inusitada en tiempos de necropolítica por ofrecer una materialidad que expresa el recuerdo contra lo que se quiere borrar y ofrece vínculos emocionales con los seres queridos ausentes.