Lo vi en la barra de un restaurant o más bien un food truck de mariscos en Ajijic. Lo percibí como altar a la abundancia y lo quise capturar en foto. El mesero se intrigó por mi interés. De ahí surgió la pregunta:
—¿Es un altar?
Sí.
—¿Tú lo montaste?
Se fue haciendo con los objetos que fueron regalando los clientes. Primero regalaron a Buda. Luego otro trajo los caracoles. Yo fui a Cholula y traje la pirámide… y así se ha ido armando. Y luego los comensales le van dejando veladoras y moneditas.
—¿Y el vaso de vodka es porque le gusta a Buda?
No, jaja, ese es mío.
—A mí me encantan los altares y siempre los fotografío.
¡Uy! A mí me gustan mucho los altares, en casa tengo uno al solecito y a la luna, estoy en un círculo de danza y además organizo tomas sagradas de peyote con un Marakame ¿quieres venir? Hoy llega de San Miguel y se queda 15 días en mi casa. Te invito…