En 2017 un día como el de hoy, paseaba en bicicleta en Central Park, en Nueva York, cuando a lo lejos escuché los tambores de la danza azteca. Paré en seco de pedalear y me dirigí a Diego:
— ¡Escucha! por aquí hay danzantes. –Tú quieres oír danzantes donde sea. Despierta estamos en Nueva York, aquí no hay danzantes. –Sígueme están por allá.
Como perro sabueso seguí las huellas sonoras de los tambores y del caracol y finalmente los encontré en el corazón del enorme parque. No saben la emoción que me dio encontrarlos. Me explicaron que el grupo lo integraba una familia y que estaban haciendo una ofrenda a sus ancestros en el mero día de muertos.
Hoy las calaveras han visibilizado la mexicanidad en Lincon Center antes oculta en las cocinas de Nueva York, pero la conquista por la ciudadanía cultural no es la conquista del consulado, sino la actividad de varios grupos mexicanos que con sus prácticas tradicionales le brindan un lugar a sus tradiciones para sentirse orgullosos de su cultura.