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Pasaba por ahí

Nueva York, 2023

7 de septiembre. Me volví loca Barbarito… La Rana en NY: donde las perspectivas disuelven las formas y te clavas de lleno en la textura.


8 de septiembre. Pasaba por ahí e ingresé al mundo de Apple. Más que una tienda es como un santuario que consagra la nueva forma de vida regida por las aplicaciones de Steve Jobs. Se ubica en la Quinta Avenida, donde hace unas décadas estaba la juguetería más hermosa del mundo. 

En contraste con los rascacielos, Apple optó por la experiencia underground. Sí, por fuera no hay edificio. Diseñó una plaza pública, y la tienda se encuentra bajo tierra. Para ingresar hay que descender por unas escalinatas de cristal que invierten realidades mediante juegos de espejos. La metáfora apunta a descondensar la existencia en reflejos de imágenes. Lo que está abajo se refleja en la superficie. Lo interior se exterioriza. La manzanita de su sello se refleja como símbolo de la Gran Manzana. Algo así como la batiseñal de Batman. La experiencia de ingresar brinda una sensación de habitar el multiuniverso. 

Abajo todo es mercadotecnia. Mesas con acceso directo para tocar y probar los nuevos gadgets tecnológicos y comprobar que la vida cabe en una Apple. Unos llaveritos garantizan rastrear tus pertenencias(perros, maletas o carteras), las cámaras aseguran seguridad, los relojes controlan la salud y prometen el wellness, en una tablet delgadísima se condensa música, juego y trabajo. La vida misma se portabiliza. En el metro de Nueva York ya ni tarjeta de crédito se requiere, hoy se paga directo con el Iphone. 

En fin, hoy podríamos hablar de Apple life, porque todo cabe en una Apple pudiéndola pagar.


9 de septiembre. Por su obra lo conocí. Retratos de jornaleros mexicanos pintados en los residuos de cajas de cartón. Su obra fue lo que más me atrajo en Armory Show. Su autor es Narsiso (así con S S) Martínez. Es originario de un pequeño pueblo en Oaxaca en México. Pero si su obra me gustó, su historia me atrapó aún más. Vino a EUA de mojado. Antes de lograr ingresar, fue tres veces interceptado por la migra. Su vida no ha sido fácil, pero ya en California tuvo la oportunidad de estudiar High School. Aunque no podía pasar de año, pues no era bueno para el estudio, prefería dibujar. Lo más bonito es que tuvo clase de historia del arte y descubrió paisajes campesinos en los cuadros de Van Gogh y Chagal. Entonces –recuerda– pensó que valía la pena pintar a sus familiares haciendo su trabajo en el campo. Y así se animó a pintar. Y como no tenía dinero usaba las cajas de frutas. Luego ganó una beca e hizo su maestría en artes visuales.

Su exposición fue todo un éxito. En la primera hora ya estaba vendida toda su obra. Mientras estábamos platicando con él más personas se acercaron a felicitarlo. 

Narsiso nos cuenta sobre los esfuerzos y la solidaridad de sus hermanos y amigos para que él pudiera dedicarse a pintar y no al trabajo en las empacadoras. De hecho, tuvo que viajar desde LA a NY en tren. Es indocumentado y no puede subirse al avión como los ciudadanos legales. Tampoco puede regresar a México, porque si lo hace ya no puede volver a LA. Su historia de éxito artístico no corresponde con su fractura ciudadana. Sus elegantes trazos tampoco combinan con el cartón de sus cuadros. Aunque ahí, en esta paradoja, reside el hecho de sentir su arte tan auténtico.


11 de septiembre. John Rockefeller fue el símbolo del éxito capitalista del siglo XX. Es también el símbolo de la opulencia en Nueva York. Esta vez recorrí la zona con calma, admirando y leyendo detalle a detalle las piezas que conforman este gran conjunto. Quedé fascinada por su bella arquitectura art déco que permite ensamblar líneas modernas con iconografías griegas. 

También es de admirar la solidez de los materiales que utilizaron para que su legado se mantenga impecable a pesar del tiempo. Cada dirección se lee en placas de bronce en las banquetas. Los pisos y escaleras son pesadas y lujosas, hechas de marmol negro y bronce dorado. 

Subí por una escalera eléctrica tan angosta que sólo cabe un individuo. Si solo yo. Y sólo se usa para subir no para bajar. También me encantó reconocer su legado y su filosofìa empresarial humanista-individualista que se puede leer en la arquitectura y en el arte del Rockefeller Center, reafirmando que la aspiración del capitalismo es la meta del gran ser humano que asciende y es capaz de alcanzar los cielos. 

Nunca me ha gustado subirme a los edificios más altos para ver la ciudad, pero entiendo que subir al top of the Rock genera esa experiencia de dominio sobre la ciudad. Su visión empresarial incluye las artes, el periodismo, la publicidad, el drama, la ciencia y la religión. Incluso dejó su propio credo escrito en una placa de mármol que dice “I believe in the supremacy of individual and in his right of life, liberty and the pursuit of happiness”. Eso mismo se proyecta en la escultura del atlas. 

Si alguien merece ser el precursor de la teología de la prosperidad sin duda es Rockefeller y éste es su templo.


11 de septiembre. En Nueva York también los policías se toman un descanso los 11 de septiembre para emborracharse en un bar de la ciudad. Con el uniforme bien puesto.


11 de septiembre. En Nueva York hay que mirar al cielo. Batman lo sabía y también el Hombre Araña. Después de unos días de intenso y agobiante calor, azotó una fuerte tormenta. El cielo se oscureció totalmente, aunque era impresionante escuchar los rayos y relámpagos. Al terminar, el sol regresó tímidamente y pintó un espectacular doble arcoíris dividiendo en dos partes el cielo gris del azul. 

Ha sido el arcoiris más completo y con colores brillantes y definidos que he admirado en mi vida. Y nunca soñé verlo enmarcando el paisaje de Nueva York. Pero, por si acaso eso no fuera suficiente para quedar anonadados, por la noche nos tocó ver un rayo de luz azul con el que se conmemoró la tragedia ocurrida un mismo 11 de septiembre hace ya casi 20 años. 

La luz se proyectaba desde el World Trade 1, construido en donde estuvieron las Torres Gemelas. La verticalidad dirigida hacia el espacio proyecta una inmensa esperanza que ilumina los rascacielos de la ciudad. ¡Gracias por tanta belleza!

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