¡Ay, ay, ay! Cuánto dolor se acumula en este monumento hoy reconvertido en muro de los lamentos. Aquí conviven los restos memoriosos de los esculpidos en bronce para ser honrados por la patria, con aquellos “otros” que solo tienen su foto y a sus familiares para ser recordados. Aquí duermen juntos los que llegaron a ser héroes y aquellos que fueron elegidos por fuerzas clandestinas para desaparecer y ser olvidados: sin tumba, sin huellas y sin cuerpo.
La glorieta está ocupada por las manifestaciones de carteles de los desaparecidos, pero también se ve que está abandonada por el municipio. Hay personas en condición de calle viviendo ahí y se ve una falta de aseo. Parece que una tendencia del municipio es que cuando los colectivos se apropian del lugar público, ellos deciden no brindarle trabajo y lo abandonan para que se precarice.