No es que me quiera morir, pero cuando asisto a un panteón en día de muertos si pienso: yo aquí quiero estar cuando me vaya para seguir estando. O mejor dicho que digan que estoy dormida y que me traigan aquí. Pienso que en un panteón mexicano jamás te sentirás abandonada y sí muy querida.
Ayer fui al panteón de Zapopan a ver qué pasaba porque en lo personal no sé ni dónde están enterrados mis abuelos. Me sorprendí pues es como una miniromería. Decenas de familias reunidas limpiando y embelleciendo las tumbas con intensos colores. Arreglándolas como altares con flores, veladoras, papel picado, globos y calaveras, y para los niños juguetes y peluches. Llevando regalos y comida para deleitarlos. También dejaban cartas. Algunas mujeres rezaban el rosario, vi jóvenes que platicaban en silencio con su difunto, niños que jugaban y corrían entre las tumbas y niñas maquilladas de catrinas. Otros más platicaban recuerdos en grupos familiares y algunos contrataban a las bandas de músicos. Descubrí que hay un extenso repertorio musical para comunicarse con el difunto. Aquí les comparto tres de ellas….