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España, 2025

8 de octubre. Nada nos hace sentir en España como ver estos toros en el paisaje carretero de España, pero a la vez nos reconocemos en ese paisaje lejano. Ayer, que ya parece antier, llegamos a Madrid y solo tocando base nos aventuramos hacia el paisaje Vasco. Muchas expectativas: pueblear, reconocer el pueblo de donde provienen los bisabuelos de Diego, disfrutar de la comida (los pinchos) y el buen vino y conocer el Guggenheim. El plan también es dejarnos llevar por lo que surja en el camino. Y así sucedió. 

Salimos a las 7 am del aeropuerto, así que nos iluminó la caída de la luna y nos deslumbró el rosa amanecer, que se asomaba entre paisajes áridos y planos, tan familiares como los campos de los Altos de Jalisco. Luego aparecían los peñascos. Y en este paisaje vimos a lo lejos asomarse unas agujas que llamaron nuestra atención y decidimos entonces dejar al Waze hablado solo para entrar al fascinante pueblo de nombre Lerma. iSí! Como el Río Lerma.


8 de octubre. Nos adentramos a Lerma, un hermoso pueblo medieval, antiquísimo, que han querido desarrollar turísticamente.

Se ingresa por un puente que lleva hasta lo más alto del cerro, donde hay una arquería, dos iglesias, tres conventos de monjas de encierro, una plaza y algunos cafés y restaurantes. Atrae un turismo nacional de la cuarta edad.

Resulta que fue el resort de vacaciones de Fernando III, a quien eso de gobernar no le gustaba, y decidió reconvertir el abandonado poblado en su lugar para vacacionar, con un ambiente devocional y culturalmente católico. Abrió cinco claustros y conventos con monjas y frailes.

Llevaban pintores y poetas, como fue el mismísimo Zorrilla, cuyos poemas hoy invitan a un paseo poético por el poblado. Pero, según el guía, no toleraba el arte vulgar que tuviera desnudos y tenía un cuarto negro (sin luz) adonde eran consignados.

Me encantó Lerma y me hizo recordar aquel hermoso río que, debido a su gran extensión, se transforma en Santiago y que hoy, debido al descuido de desechos agroindustriales, huele a pestilencia y es causante, incluso, de enfermedades.

No creo que el Duque de Lerma hubiera imaginado hasta dónde desembocaría su corto nombre. Al igual que la Catalina de Zorrilla: Lerma, ni oirás mi cantinela ni sentirás mi pasión.


9 de octubre. Me sorprendió Bilbao, una ciudad transformada por el arte y la cultura.

El Guggenheim es impactante, no solo arquitectónicamente, sino por lo que provocó en su entorno. Se proyecta como un gran barco que cambió la fisonomía de una ciudad industrial, inhóspita, sucia y contaminada, en una ciudad amable y limpia, con un río recuperado que une el casco viejo con el nuevo.

También son impactantes las exposiciones que alberga. Los museos y galerías de arte contemporáneo son un corredor global que, en automático, crea enlaces de experiencias multilocales. La Araña come huevos de Louise Bourgeois hermana la experiencia de Tokio con Bilbao. El teatro Disney de L. A., recién visitado, se emparenta con Gehry. La escultura de esferas, con el frijol de Chicago. Las moles de hierro de Serra, con la del jardín escultórico de la UCLA. En fin, su recorrido ofrece una reconexión de experiencias globales.

La sobremodernidad encuentra cabida y se expresa en el arte contemporáneo. Imaginar es más que soñar. Alimentaron un programa de IA con miles de imágenes que formaban parte de los proyectos, bocetos, lecturas y obra de Gehry, y la IA se encargó de sistematizar el esquema de representación del arquitecto y de jugar con grandes obras en diferentes paisajes —el desierto, el mar o la montaña—, esculpidos en edificios al estilo Gehry. Fascinantes, y a la vez escalofriantes, los alcances creativos de la IA alimentada con la información celosamente acumulada de Gehry.

Me emocioné tanto al encontrar a Homi Bhabha, mi antropólogo de cabecera, inspirando la intervención de Barbara Kruger que dice: “El globo se encoje para aquellos que lo poseen”. Pero yo creo que también se encoge la experiencia del globo para quienes lo recorren, lo consumen y lo gozan en los museos.

Por lo pronto, me llevo parte de este globo sanforizado en el libro OTRO DÍA OTRA NOCHE.


11 de octubre. Por estos lares, todos los caminos se entrecruzan con el Antiguo Camino de Santiago.

Uno de los primeros sitios que visitamos fue la imponente catedral de Burgos, que forma parte de la ruta a Santiago, aunque me pareció que su catedral es más imponente aún que la de Compostela. Una de las más grandes del mundo, que contiene los retablos más barrocos y rococós del arte católico español.

Muchos elementos que consideramos propios del barroco mexicano ya están ahí, como son los espejos. También me sorprendió ver esa figura de hombre-bestia, similar a la del Palacio de Montejo en Mérida. Y, claro, no podían faltar las imágenes de Santiago, el peregrino y el cruel mata moros, que en América se acopló a sus nuevas andanzas como mata indios en la Conquista.

El Camino de Santiago también se nos entrecruzó en Castro Urdiales, el pequeño puerto de pescadores de donde venían los Gortázar, bisabuelos de Diego. Al encuentro de sus raíces, resurgió la ruta de Santiago, que data desde el siglo X. Y ahí nos enteramos de que, durante mucho tiempo, estuvo desandada y que fue hasta la segunda mitad del siglo XX que volvió a ser caminada.

Es uno de los pueblos más antiguos, que todavía mantiene sus ruinas del templo y arco romanos, después rediseñada por las estilo gótico.

Y, en medio centro de Burdeos, ya en Francia, el camino se manifestó con las hermosas conchas de bronce y una extraña inscripción a la existencia de las tres Marías. El camino estaba en el entrecruce de calles de la zona comercial de las grandes tiendas.Por último, el camino se manifestó en la catedral de Burdeos, una magnífica obra arquitectónica que, durante los fines de semana de octubre, ofrece un show de luces y sonido llamado Odycea estelar, en el cual la catedral es la protagonista de la historia de Francia y de Burdeos.

El guión recrea una conversación entre un niño curioso y la señorona catedral, que explica las distintas etapas de la historia de Francia que han pasado por la catedral. Al final, refuerza la idea de lo atemporal e indestructible de la obra, que, a pesar de las vicisitudes, guerras, ataques, persecuciones y prohibiciones, ofrece continuidad.


14 de octubre. El Périgueux representa la Francia profunda. Cada pueblo que visitamos es más bonito que el otro, aunque todos son muy parecidos. Que uno es el del narizón de Bergerac, que el otro era el pueblo de D’Artagnan y que en otro filmaron la última película de Los tres mosqueteros. Castillos medievales, torres y ruinas romanas, reliquias de santos que trazaron el Antiguo Camino Sagrado de Santiago, que empezó a ser andado desde el siglo X.

Este trozo de Francia antigua es, además de bonita, muy generosa y produce los mejores vinos, los mejores quesos de cabra y el mejor foie gras del país. Y es aquí de donde sacan las trufas, pero es también sitio de cuevas muy, muy antiguas. Se le considera uno de los lugares donde nació y se asentó el Homo sapiens. Este tema será el tema de la próxima nota.


15 de octubre. En esta región el tiempo se hace chico. Es tan extensa la larga duración que da lo mismo decir que la cueva de Lascaux data de 21 mil o de 20 mil años atrás. Como decía la tía Salud, amiga de mi mamá del grupo de las eternas muchachas: cuando es abundante, qué más da un millón más o un millón menos.

Esta cueva contiene miles de pinturas rupestres de animales que, desde entonces, habitaban la zona (toros, venados, caballos, bisontes), que fueron pintados al interior de la gruta. Se hizo con pinturas minerales a base de magnesio, en tonos negros, ocres y amarillos, por distintos artistas. Muy probablemente tuvo un uso ritual, y hubo quienes supieron interpretarlo simbólicamente, pero hoy es apreciado como arte, y le llaman la Capilla Sixtina de la prehistoria.

Fue descubierta en 1940 por un perro que perseguía a una liebre y desapareció. Dos días después, su joven dueño, en la búsqueda de su mascota, entró por una especie de tobogán y, al rescatar a su perro, vio las paredes pintadas de enormes toros. Por eso le llaman la sala de los toros. El lugar pronto llamó la atención de millones de turistas, y esto ocasionó derrumbes de los murales, por lo que se cerró en 1970. En 2014 se abrió un facsímil de la cueva original, abierto al público.

Hay otras cuevas que no fueron pintadas por humanos, sino creadas por la naturaleza, y acumulan más historia. Son la gran obra de arte del viento, la luz y del agua, que va conformando esculturas caprichosas con carbonato. Se llama Tourtoirac. Nos hizo recordar las grutas de Cacahuamilpa, con sus impresionantes estalactitas y estalagmitas, que parecieran reproducir el paisaje de otro planeta. Aunque la instalación es de primer mundo, nos faltó el guía que, con su lamparita, genera escenas chuscas y creativas, dándoles movimiento a las formaciones minerales.

Y, como decía la tía Salud, pensar el antropoceno al estar dentro de estas grutas nos hace pensar que 20 mil años son relativamente insignificantes ante la muy larga existencia geológica de la Tierra.


15 de octubre. Hoy visitamos el castillo de la legendaria bailarina exótica Josephine Baker. Originaria de Missouri, afrodescendiente, llegó a París en los años 20 y logró cautivar a los franceses con sus libres y sensuales movimientos de caderas. Tanto así, que ella entendió lo que debía representar y encarnó, con sus bailes y vestuarios, el deseo de la mirada exótica en el cabaret Olimpia.

Se le reconoce por bailar con una pequeña y extravagante faldilla hecha de bananas. Lo extraordinario es que ella logró ascender, y muy alto, en la sociedad parisina; se casó con un francés y adquirió ciudadanía francesa, colaboró durante la 2da Guerra como enfermera y también como espía del ejército francés. Más sorprendente aún fue que llegó a ser dueña de su propio centro nocturno, en el cual era la estrella.

En los cincuenta se casó con el director de su orquesta y, juntos, compraron el mejor castillo de la región de la Borgoña, más varias propiedades que conformaban todo el poblado de Milandes. Diseña un gran resort con hoteles, restaurantes y diversiones (mini golfito). Decide adoptar ocho hijos de diferente nacionalidad y se convierte en una gran crítica de la segregación racial, creando su propia tribu multirracial.

Hoy se puede visitar el extraordinario castillo, que hace homenaje a esta señorona que se adelantó a su época, para admirar con detalle las áreas personales de su vida y los objetos que permiten reconocer su biografía. Me quedé muy impresionada con su historia y su valiente lucha contra el racismo. Valió mucho la pena la visita guiada por un audio.


17 de octubre. Toulouse nos cautivó con su belleza arquitectónica que preserva el estilo romano.  No solo es una ciudad para caminarla y admirarla, sino muy animada en sus calles, plazas y a lo largo de la vera del río, donde se conectan los mares del Atlántico y el mediterráneo.. Estas fotos corresponden al atardecer de ayer. ¡Bellísima Toulouse!


19 octubre. Difícil separar la crónica de viaje de la nota de diario de campo cuando te cruzas con una de tus obsesiones: la religiosidad. Y ésta se manifiesta en múltiples fisicalidades: reliquias, imágenes de santos, el santuario mismo, cachirulos; en suma, el estruendo de imágenes que desafían los límites de la visibilidad.

Zaragoza es el plato fuerte para descubrir que la Virgen del Pilar fue la primera advocación mariana, aun cuando María estaba viva. Según narra la historia, la Virgen María, que vivía en Jerusalén con Juan el Evangelista, llevó el pilar a Zaragoza durante una visita a Santiago el Mayor (entonces discípulo evangelizador del reino de Aragón).

En torno al pilar se construyó un primer recinto, que fue creciendo hasta llegar a ser el enorme templo reconocido ya como basílica. El pilar es tratado como reliquia (aunque no es un resto óseo), que atrae a millones de peregrinos a visitar el gran santuario. Ahí se le admira en su altar, se depositan peticiones y se agradecen favores (en un buzón especial) y, lo mejor, se invita a tocar y besar la piedra del pilar y sentir con ello que su gracia milagrosa se transmite. Es como si el pilar condensara la gracia del momento de la epifanía.

El peregrino no se va con las manos vacías. Antes de partir, hará una enorme fila para comprar la última edición especial del cachirulo, una cinta de colores que mide el tamaño exacto de la estatuilla de la virgencita. Claro que hice cola, y antes de comprarlo le pregunté a una señora cuál uso le daba al cachirulo, a lo que me instruyó: Yo el listón me lo pongo como pulsera, pero se puede cubrir y envolver cualquier superficie, como la carriola, el volante o retrovisor del auto, algo en la casa, ¿vale?—. —¿Algo así como protector?— le pregunté. —Sí, eso. Es una protección que va contigo—.

Compré mis cachirulos. Primero pedí el que tenía los colores de Aragón, pero los vecinos de la cola me convencieron de que tenía que llevar la edición especial. Les hice caso, sin saber si sería más potente, pero sí costaba un euro más.

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